Vi en la imaginación a los obreros que ocupaban su puesto de trabajo y a los que lo dejaban. Metían las cestas de la comida en el coche. Iban a casa y jugaban con sus críos, bebían cerveza, miraban la televisión, engañaban a sus mujeres y como si no ocurriese nada. Como si un chico no fuese a morir y un hombre, parte de un hombre, no muriese con él...
Jim Thompson.
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